
¿Es cíclica la historia de la inmigración en los Estados Unidos?
Monday, June 9, 2025
*Bishop Nicholas DiMarzio
Mientras preparo una ponencia para una universidad sobre los 100 años de historia de la inmigración, no he podido evitar descubrir similitudes entre la situación de nuestro país en 1924 y la actual en 2025. No creo que la historia sea cíclica, pero en ocasiones hemos cometido los mismos errores y no hemos aprendido las lecciones que la historia nos ha enseñado.
El principal cambio de 1924 fue la Ley Johnson-Reed, que modificó la política de inmigración de la época e impuso muchas restricciones a la mayoría de la inmigración a los Estados Unidos. Por desgracia, la motivación de estas restricciones era un racismo manifiesto, alimentado por la fuerte influencia de la eugenesia, que consideraba a algunas nacionalidades inferiores a otras.
Hoy, el mismo racismo, aunque no tan abierto como en el pasado, parece guiar nuestra actual política de inmigración. La desafortunada declaración de nuestro presidente de que, de alguna manera, nuestra sangre está siendo contaminada es una clave para entender esta situación.
Existen otras similitudes históricas entre el presente y el pasado. En aquella época, nuestro país salía de la Primera Guerra Mundial con una gran pérdida de vidas y muchos heridos, así como el gran número de víctimas causadas por la pandemia gripal de 1919. Nuestro país acaba de salir del cierre provocado por el COVID-19 y de dos guerras nada populares en Irak y Afganistán, además de que financia una Tercera Guerra Mundial por poderes que se libra en Ucrania y en la Franja de Gaza.
El colapso bursátil de 1929 y la Gran Depresión siguieron a la primera restricción de la inmigración. Parece que hoy estamos al borde de una corrección del mercado y quizás de una recesión, lo que también completará las semejanzas entre 1924 y 2025.
El estado de ánimo en nuestra nación no es de felicidad. Las últimas elecciones dejaron pocas opciones para la mayoría de la gente. Los primeros pasos de esta nueva administración parecen suscitar aún más preguntas y ansiedad. Y las medidas para la deportación masiva de inmigrantes guardan hoy una gran similitud con las acciones de antaño.
En el pasado, las víctimas de la discriminación eran los recién llegados del sur y el este de Europa, especialmente los emigrantes judíos que deseaban venir a los Estados Unidos. El nuevo sistema de cuotas favorecía a los países del norte de Europa, entre ellos Inglaterra e Irlanda. Aunque la gran migración de principios del siglo XX se vio estimulada por la necesidad de la mano de obra, existían pocas protecciones laborales para los nuevos inmigrantes.
En la actualidad, las víctimas de la discriminación son los inmigrantes latinoamericanos, asiáticos y africanos. Estas nuevas restricciones les dificultarán mucho la inmigración legal. Cuando existen pocas y prolongadas vías legales para la migración, las personas que se ven obligadas a emigrar encuentran otras formas de escapar de la persecución y la pobreza endémica. Esta es la raíz de nuestro problema de indocumentados.
Si se aplican nuevas políticas de inmigración, como la "tarjeta dorada" destinada a los inversionistas ricos, y menos restricciones a los visados de alta tecnología, la fuga de cerebros —una emigración o migración sustancial de individuos fuera de un país— se dejará sentir en todo el mundo.
En el pasado, las políticas restrictivas de inmigración duraron más de 30 años. Pero la entrada de un número mucho menor de recién llegados a los Estados Unidos también debilitó el poder económico y político de los emigrantes asentados. Las políticas puestas en marcha tras la reforma de la inmigración de 1986, que otorgó el estado de legalidad a 3 millones de inmigrantes, han cobrado ahora un precio en la unidad familiar. La separación de las familias y la animosidad contra la llamada "migración en cadena", que permitía a las familias mantener a otros de sus miembros, también han privado a los emigrantes asentados de las posibilidades de reunificación familiar.
Hace un siglo, se restringía la entrada en el país a determinadas nacionalidades, pero no se deportaba en masa a las que ya estaban presentes. En la actualidad, hay casos de deportaciones a gran escala dirigidas a grupos específicos, como las deportaciones de braceros bajo la presidencia de Dwight D. Eisenhower en la década de 1950.
Es importante que repasemos la historia, ya que nos enseña muchas lecciones. Comprenderlas es esencial para honrar los principios fundacionales de la democracia y evitar repetir los errores del pasado.